Natalia Jul, fortaleciendo el espíritu GREM

A los cristianos muchas veces nos cuesta identificarnos como tales frente al resto, y también sentimos que nos falta formación más sólida. Mi apuesta es que eso pueda fortalecerse. Cuando uno conoce verdaderamente la vida de Jesús, así como cuando conoce GREM, no se va. Natalia Jul se incorporó este año como coordinadora honoraria del Programa GREM (Grupos de Reflexión Empresarial), en este encuentro nos cuenta cómo vivió este recorrido y cómo visualiza el próximo año para uno de los programas más icónicos y referentes de ACDE. 

¿De dónde surge tu inspiración para asumir este tipo de compromisos?
Mi inspiración está, ante todo, en Jesús. Su testimonio de amor y compromiso por los demás es una guía permanente. Y de la mano de Jesús, María, como modelo de entrega y servicio.

Desde un plano más familiar, también me inspira la vida de mis padres, dos inmigrantes españoles que cruzaron un océano en busca de dignidad y formaron una familia fuerte, no perfecta, pero sostenida en valores muy claros. Esa historia me enseñó a asumir retos, desafíos y a ser una mujer proactiva frente a la vida.

En lo vincular, Elisa Facio fue una inspiración muy importante. Su manera de armar equipos de gran exigencia y profesionalismo, siempre poniendo a las personas en el centro, me marcó profundamente. Cuando ella me invitó a asumir este compromiso en GREM, no lo dudé.

¿Qué te llevó a sumarte a este desafío honorario como coordinadora de GREM?
Creo profundamente en la importancia de generar espacios donde los líderes puedan reflexionar sobre los dilemas éticos que surgen en las empresas y organizaciones. Desde los valores, desde la fe y bajo el paraguas de la Doctrina Social de la Iglesia, podemos ayudarnos y desafiarnos mutuamente a encontrar la mejor solución. Eso fue lo que me motivó a dar este paso.

¿Cómo describís tu rol dentro de GREM? ¿Qué implica tu tarea cotidiana?
Lo definiría principalmente como un rol de acompañamiento. Si bien hay una tarea organizativa, mi foco está en facilitar y acompañar para que el espíritu de los grupos y de GREM no se diluya. También generar puentes entre lo que los grupos necesitan y las herramientas que pueden ayudarlos a funcionar mejor.

Además, hay una dimensión de articulación y administración: si un grupo convoca a una persona muy valiosa o trabaja un caso relevante, que otros grupos también puedan aprovechar esa experiencia.

¿Cuál es el espíritu de GREM?
Desde mi punto de vista, el espíritu de GREM tiene que ver con la ayuda y el discernimiento. El discernimiento frente a los dilemas éticos que se nos presentan como líderes en la toma de decisiones dentro de las organizaciones.

Cualquier caso concreto que interpela a una persona en rol de liderazgo puede trabajarse en GREM. Escuchar a los demás transforma, amplía la mirada y ayuda a llevar un compromiso concreto para la propia gestión.

Para alguien que no conoce GREM, ¿cómo son las reuniones y para quién están pensadas?
Los grupos GREM están pensados para líderes empresariales activos en la gestión y en la toma de decisiones. Dentro de las reuniones se vive mucho compañerismo, espíritu de ayuda y colaboración.

Se fomenta especialmente la escucha activa y el respeto. Para poder compartir un dilema ético es necesario construir redes de confianza muy fuertes, porque hablamos de decisiones que buscan el bien común. Ponerse en el lugar del otro y ayudarlo a encontrar la mejor decisión es lo que mueve al grupo.

¿Cómo se vive la fe dentro de los grupos GREM?
La fe está muy presente. Las reuniones comienzan con una reflexión inicial que nos ayuda a ponernos en sintonía con lo que estamos viviendo. Pero la fe no se queda solo en la reflexión.

Siempre digo que la fe tiene dos componentes: la reflexión, a la que Jesús nos invita, y la acción. El Evangelio también nos llama a actuar para procurar el bien común, la armonía y la paz. En GREM se reflexiona sobre cuál es la mejor solución, pero cada uno se va con un compromiso concreto para su acción cotidiana. Eso es muy valioso.

¿Qué balance hacés de 2025 y del rol de coordinación en GREM?
Creo que pudimos hacer incorporaciones humildes pero muy valiosas. Una de ellas fue impulsar instancias de formación en Doctrina Social de la Iglesia, a partir de una encuesta que mostró la necesidad de profundizar en estos contenidos.

Si bien la Doctrina Social es nuestro norte, muchas veces nos falta conocimiento profundo. La respuesta fue muy positiva y la participación superó nuestras expectativas, incluso más allá de la comunidad GREM.

También la consolidación de los grupos y una mirada menos montevideocéntrica. Los dilemas empresariales no son exclusivos de Montevideo, y hoy GREM refleja mejor esa diversidad.

¿Qué tipo de empresas y perfiles participan en GREM?
Hay mucha diversidad. A veces cuando hablamos de líderes empresariales pensamos solo en grandes empresas, pero en GREM participan muchas empresas familiares, pequeñas y medianas, que son la mayoría del entramado empresarial del país.

En estas organizaciones, además, las decisiones muchas veces son más complejas porque lo familiar se cruza con lo empresarial. Pero los dilemas son transversales y comunes a todos.

¿Cómo imaginás el próximo año para GREM?
Visualizo tres grandes ejes: seguir consolidando los grupos existentes, impulsar la formación, especialmente en Doctrina Social de la Iglesia, y trabajar fuerte en la construcción de comunidad GREM.

Mi desafío es lograr que los grupos se interrelacionen más entre sí y fortalecer ese espíritu común que quienes participan viven claramente, pero que a veces cuesta transmitir hacia afuera.

¿Qué le dirías a alguien que está evaluando sumarse a un grupo GREM?
Le diría que GREM suma, porque ayuda a tomar conciencia de que no estamos solos. La ayuda mutua entre personas que están en situaciones similares colabora muchísimo.

Además, liderar con propósito es una opción real y viable. Escuchar a los demás transforma y enriquece la propia mirada.

¿Hubo algún momento del año que te haya confirmado el valor de GREM?
Sí. En una reunión se hablaba de la falta de compromiso de los jóvenes en las organizaciones, desde una mirada bastante adultocéntrica. Una integrante del grupo compartió una visión totalmente distinta y muy bien argumentada: los jóvenes buscan propósito y coherencia entre lo que la empresa es y lo que ellos quieren.

Ese aporte me cambió la mirada. Me hizo pensar cuánto prejuzgamos sin ponernos en el lugar del otro. Fue una experiencia muy valiosa y muy propia del espíritu GREM.

¿Qué hace falta para que más personas se sumen a GREM?
Conocerlo y vivir la experiencia. Creo que quien entra a GREM difícilmente lo deje. Tenemos el desafío de transmitir qué es el espíritu GREM y darlo a conocer más.

Para cerrar, ¿cuál es tu llamado a quienes forman parte de ACDE y aún no conocen GREM?
Mi llamado es a acercarse a este espacio para que, entre todos, podamos encontrar soluciones a nuestros dilemas éticos. No estamos solos: los problemas que le surgen a uno también le surgen a otros, aunque en distintas dimensiones.

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