¿Es rentable vivir y liderar con valores?
Sí, absolutamente. Para mí es la única forma de vivir y liderar. Los valores no se ven, no cotizan en bolsa, pero se sienten profundamente. Uno sabe que existen cuando los respeta… y más aún cuando los traiciona.
Liderar con valores genera confianza, fideliza al talento y mejora la productividad. Además, permite construir relaciones sólidas tanto con clientes como con colaboradores, y eso se traduce en resultados sostenibles.
Desde mi rol, pongo siempre a las personas en el centro y trabajo por una cultura de bienestar. Creo en el liderazgo incondicional, ese que se ejerce más allá del contexto, de los incentivos o de las crisis. Es liderar desde la coherencia, no desde la conveniencia.
Es cierto que el mundo empresarial ha privilegiado durante décadas la eficiencia y el resultado económico. Pero cada vez hay más evidencia —y más conciencia— de que eso no alcanza. Estudios como el State of the Global Workplace de Gallup muestran que las personas felices son hasta un 17% más productivas. El bienestar no es el enemigo de los resultados, es su base.
Hoy las personas buscan trabajar en empresas que compartan sus valores, que les den propósito. No es casualidad: pasamos buena parte de nuestra vida trabajando, y nadie quiere vivir a desgano.
¿Cómo aplicás los valores en tu vida cotidiana laboral?
Creo que somos una sola persona. No puedo separar mi vida personal de mi vida laboral, ni actuar con principios en un lado y sin ellos en otro. Vivir con integridad esencial —como dice Fred Kofman— es alinear lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Esa coherencia es la forma más poderosa de liderar.
En mi día a día, esto se traduce en decisiones concretas, pero también en conversaciones, en cómo damos feedback, en cómo escuchamos, en cómo celebramos y también en cómo acompañamos los errores.
¿Te encontraste alguna vez frente a un dilema entre la rentabilidad y tus valores?
Lo que pasa es que traicionar los valores no es una opción. No es una variable más en la ecuación. Es el límite que define si algo se hace o no se hace.
No me he enfrentado a un dilema entre rentabilidad y valores, porque tengo claro que todo lo que está fuera de esa guía no entra en consideración. Podrá ser más lento, más desafiante, pero nunca menos digno.
¿Qué prácticas concretas implementás para que los valores estén presentes en la cultura de tu empresa?
Fomentamos una cultura basada en la equidad, la inclusión y el respeto. Impulsamos programas como “Vivir Inspirada”, que promueven un liderazgo femenino integral. También somos flexibles, apostamos por un equilibrio entre la vida personal y laboral, y acompañamos activamente a colectivos vulnerables con iniciativas de empleabilidad como lo es el programa Liberados.
Pero más allá de los programas, los valores se cultivan todos los días. Están en cómo tomamos decisiones difíciles, en cómo tratamos a los demás cuando nadie mira, y en cómo elegimos ser líderes incluso cuando no tenemos todas las respuestas.
¿Cuál es tu mayor convicción cuando se trata de liderar con valores?
Considero que el liderazgo ético es la única forma de construir organizaciones sostenibles y comunidades sanas. El liderazgo incondicional consiste en actuar desde los valores incluso cuando hay presión, urgencia o incertidumbre. Y cuando lo hacés así, no solo inspirás a otros… también te podés ir a dormir con tranquilidad.